sábado, 14 de junio de 2014

Brazos de Papá

Tengo la suerte de tener dos papás que celebrar en este día, dos papás que desde que nací me han sujetado y cargado en sus brazos y nunca me han dejado caer. Mi abuelito y mi papá.

Cada día puedo sentir sus brazos alrededor mío, me sujetan, me protegen y me cuidan; no importa a dónde vaya, ni qué proyecto emprenda, sus brazos me siguen y me hacen sentir segura.  Sé que no voy a caer.  Me levantarán en vilo si es necesario y cuidarán que no me haga daño.

Desde que nací tejieron una red entre mi vida y la suya, no se desprenden, dejan el hilo correr pero no pierden el lado que tienen ellos en sus manos. Están siempre al tanto, nunca han dicho “nunca”; porque para un papá no existe lo imposible si de ti se trata, no hay horarios, fechas ni espacios físicos que detengan su cariño, porque ellos lo atraviesan todo. Sacan fuerzas, dinero y una sonrisa donde a veces no las hay, y siempre guardan en el bolsillo un beso y una sorpresa (de preferencia de Disney) para darte. No te buscan mucho para hablarte, ellos saben que andas “ocupado”,  pero siempre que tú los buscas ahí están. Están al lado, como siempre lo han estado.

Te llevan al colegio de la mano, te dan el sol de propina para “las emergencias”, esas emergencias urgentes de un chocolate o una galleta. Obvio, no se lo puedes decir ni a la abuelita ni a la mamá, y ese secreto los hace cómplices, los une más. Te leen el periódico, te enseñan a montar bicicleta, y cuando nadie cree que puedes montar sin llantitas traseras, traen el desarmador; luego te compran los patines en línea, esos que dicen las mamás que son “peligrosos”. Ellos lo dicen a diario con sus acciones, pero por si no las lees entre líneas, también te lo gritan “creo en ti”.

Se pasan una tarde enseñándote los países del mapa-mundi de la cocina hasta que los ojos tras los lentes se le cansan, pero más le importa tus ojos ilusionados por aprender. Llegada la noche, en el lonche, te sientan en su pierna y te dejan darle unas mordiscas a su pan con palta y tomar un sorbo de su café. Te enseñan todo lo que necesitas saber sobre la vida: un poco de cultura general, un poco de caídas y heridas en la pierna, un poco de educación física y medicina general; te enseñan que las llamadas se responden, que las lágrimas se secan, que la barriga que ruge de hambre se llena con fideos con mantequilla o canchita (aunque mamá diga que “no es nutritivo”), que el pavo de navidad se parte en familia, que cuando hay temblores se llama a preguntar por cómo están (contra todo consejo de defensa civil), que las mascotas de la casa son parte de la familia, que en fiestas patrias se hace parrillada, que las mamás se molestan “por las puras”, que hay que “dejarlas hablar y luego pedirles disculpas”, que el pan y las papitas fritas se comparten siempre y que el amor se propaga, no se guarda.

Aunque no siempre ejerza la lección, tengan por seguro que me la sé.

Papá y abuelito Rolo, ustedes siempre han levantado sus brazos cuando me he elevado y los han acunado cuando he estado por caer, son mi soporte y sostén. Gracias a ustedes nunca he tenido ni tengo miedo, porque su amor me acompaña más allá de lo impensable, sé que siempre contestarán a mi llamada con los brazos abiertos.

¡Feliz día papás!



Quiero dejarles un hermoso video, aunque publicitario, sobre cómo Papá siempre responde a nuestras llamadas, espero lo disfruten: 


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