Tengo la suerte de tener dos
papás que celebrar en este día, dos papás que desde que nací me han sujetado y
cargado en sus brazos y nunca me han dejado caer. Mi abuelito y mi papá.
Cada día puedo sentir sus brazos
alrededor mío, me sujetan, me protegen y me cuidan; no importa a dónde vaya, ni
qué proyecto emprenda, sus brazos me siguen y me hacen sentir segura. Sé que no voy a caer. Me levantarán en vilo si es necesario y
cuidarán que no me haga daño.
Desde que nací tejieron una red
entre mi vida y la suya, no se desprenden, dejan el hilo correr pero no pierden
el lado que tienen ellos en sus manos. Están siempre al tanto, nunca han dicho “nunca”;
porque para un papá no existe lo imposible si de ti se trata, no hay horarios,
fechas ni espacios físicos que detengan su cariño, porque ellos lo atraviesan
todo. Sacan fuerzas, dinero y una
sonrisa donde a veces no las hay, y siempre guardan en el bolsillo un beso y
una sorpresa (de preferencia de Disney) para darte. No te buscan mucho para
hablarte, ellos saben que andas “ocupado”, pero siempre que tú los buscas ahí están. Están
al lado, como siempre lo han estado.
Te llevan al colegio de la mano,
te dan el sol de propina para “las emergencias”, esas emergencias urgentes de un
chocolate o una galleta. Obvio, no se lo puedes decir ni a la abuelita ni a la
mamá, y ese secreto los hace cómplices, los une más. Te leen el periódico, te
enseñan a montar bicicleta, y cuando nadie cree que puedes montar sin llantitas
traseras, traen el desarmador; luego te compran los patines en línea, esos que
dicen las mamás que son “peligrosos”. Ellos lo dicen a diario con sus acciones,
pero por si no las lees entre líneas, también te lo gritan “creo en ti”.
Se pasan una tarde enseñándote
los países del mapa-mundi de la cocina hasta que los ojos tras los lentes se le
cansan, pero más le importa tus ojos ilusionados por aprender. Llegada la
noche, en el lonche, te sientan en su pierna y te dejan darle unas mordiscas a su pan con palta y tomar un sorbo de su
café. Te enseñan todo lo que necesitas saber sobre la vida: un poco de cultura
general, un poco de caídas y heridas en la pierna, un poco de educación física
y medicina general; te enseñan que las llamadas se responden, que las lágrimas
se secan, que la barriga que ruge de hambre se llena con fideos con mantequilla
o canchita (aunque mamá diga que “no es nutritivo”), que el pavo de
navidad se parte en familia, que cuando hay temblores se llama a preguntar por
cómo están (contra todo consejo de defensa civil), que las mascotas de la casa son parte de
la familia, que en fiestas patrias se hace parrillada, que las mamás se
molestan “por las puras”, que hay que “dejarlas hablar y luego pedirles
disculpas”, que el pan y las papitas fritas se comparten siempre y que el amor
se propaga, no se guarda.
Aunque no siempre ejerza la lección, tengan por seguro que me la sé.
Aunque no siempre ejerza la lección, tengan por seguro que me la sé.
Papá y abuelito Rolo, ustedes
siempre han levantado sus brazos cuando me he elevado y los han acunado cuando
he estado por caer, son mi soporte y sostén. Gracias a ustedes nunca he tenido
ni tengo miedo, porque su amor me acompaña más allá de lo impensable, sé que
siempre contestarán a mi llamada con los brazos abiertos.
¡Feliz día papás!
Quiero dejarles un hermoso video, aunque publicitario, sobre cómo Papá siempre responde a nuestras llamadas, espero lo disfruten:
Los papas son unicos!!!!
ResponderEliminarNunca dejaré el hilo hija, te amo.
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