sábado, 7 de junio de 2014

Banderita, banderita del Perú...

Hoy no he visto niños marchando en las calles con sus banderas de papel seda o crepé, hoy no escuché la famosa canción “banderita, banderita del Perú…”,  ni siquiera esa canción de antaño que el colegio me hizo aprender, ¿te acuerdas?:

“…es la bandera del Perú, de blanco y rojo color, cual llamarada de amor, que en Ayacucho y en Junín victoriosa amaneció con el sol de la ¡¡Li-ber-tad!!

(de preferencia cantar la última palabra por sílabas para dar el tono adecuado)

De seguro la sabes o por lo menos la has escuchado varias veces; y es que creo que las generaciones de antes conmemorábamos estos días con mayor presencia de la escuela en las calles y en las casas; cada 07 de junio llegabas con tu mochila, tu lonchera y una banderita hecha de papel que no dejabas de agitar al viento hasta que el asta de papel enrollado se doblaba.

Llegado el día y no la celebración, tengo un doble sentimiento. Por un lado, sé que hacerle pegar a un niño unos papeles de seda blanco y rojo no despiertan de pronto su conciencia nacional y cívica; pero por otro lado, me preocupa la falta de reconocimiento a un día que resulta importante en nuestra historia peruana y que es una fecha potencial para traer el tema a colación en la escuela y en la casa: cantar a viva voz por algo que simboliza nuestra unión nacional y nuestra ciudadanía.  

¿Y por qué hablar de ciudadanía por una bandera? Porque creo que en eso se basa la educación cívica. No en aprender a marchar, conocer todos los presidentes del Perú y todos los cambios en nuestros símbolos patrios, creo que eso es importante, pero no el foco. Conocer nuestros símbolos patrios y nuestra historia nacional nos da una identidad comunitaria: ¿por qué una cornucopia, un árbol de la quina y una vicuña en el escudo? ¿Por qué rojo y blanco? ¿Por qué el 07 de junio? Responder a estas preguntas nos ofrece una historia única como peruanos que nos genera sentimientos de unidad y orgullo, despertando nuestra conciencia de nación y de ciudadanos que la conforman.

Es evidente que a la par de un proceso de toma de identidad, debemos ir formándonos como seres ciudadanos críticos y capaces de asumir acciones en nuestra comunidad desde pequeños, esto complementa el proceso y es necesario. Conocer a los personajes de nuestra ciudad, cuestionarnos las cosas que no concebimos, conocer las reglas sociales, realizar una marcha por lo que creemos, limpiar nuestros espacios públicos, aprender a vivir en comunidad, escribirle al alcalde o formar una agrupación para un fin que ayude a nuestros con-ciudadanos, son solo algunas acciones que siendo niños se pueden realizar y que como ciudadanos activos y adultos, debemos enseñar y practicar.  

¿Cuántas de estas cosas hacemos los adultos por nuestra ciudad? ¿Cómo ejercemos nuestra ciudadanía? No basta con ir a trabajar y cumplir mi función social en la profesión que desempeño, ser ciudadano implica mucho más; pero creo que muchos hemos perdido la visión de lo que es. No es por querer ver más allá de lo evidente… pero creo que la falta de conmoración de estas fechas y la falta de sentimientos que genera nuestra identidad nacional y cívica, tienen relación con los problemas que venimos enfrentando como país.

Incluso, considero que no ejercer nuestra ciudadanía es la razón de ser de estos problemas: violencia en las calles, delincuencia, corrupción, falta de sentido de comunidad, indiferencia social. Una persona que perturba el orden de la ciudad es alguien que en definitiva no logró aprender a ser un ciudadano; pero quienes lo permiten, empleando fondos públicos para beneficio propio y no de la comunidad, también es un no ciudadano. No saben cómo serlo, no aprendieron a ejercer su ciudadanía y lo peor, es que no hay sentimientos de por medio en relación a su identidad y ser como peruanos, que les permitan reflexionar sobre lo que hacen. Finalmente, son esos sentimientos y emociones que generan nuestra nacionalidad, lo que despiertan todo el proceso.

No olvidemos que las personas somos seres emocionales, sobre todo. Y creo que siendo niña, el recitar a viva voz un poema, aprender en el regazo de mi abuelito esa canción de: “Ricas montañas, hermosas tierras, risueñas playas, es mi Perú” y agitar la bandera que tanto me costó pegar sin que quedaran burbujitas por la goma, fue una forma de generar sentimientos en relación a mi nación y mi ciudadanía. ¿Por qué no continuar con estas prácticas? Sí, sé que son solo simbólicas, pero justamente eso son los símbolos: representaciones de ideas creadas en sociedad.




Dejo aquí un lindo poema titulado "La bandera de mi patria":


¡Qué bonita es mi bandera,
mi bandera roja y blanca,
la bandera del Perú! 

¡Qué bonita cuando en coro
los peruanos le cantamos
y orgullosos la miramos
elevarse hacia el azul!

 
¡Más bonita aún sería
si viviendo como hermanos
en el pecho la lleváramos
por el norte y por el sur!


¡Qué bonita es mi bandera,
la bandera de mi patria,
la bandera del Perú!

 Heriberto Tejo

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