Hoy no he visto niños marchando en las calles con sus banderas de papel seda o crepé, hoy no escuché la famosa canción “banderita, banderita del Perú…”, ni siquiera esa canción de antaño que el colegio me hizo aprender, ¿te acuerdas?:
“…es la bandera del Perú,
de blanco y rojo color, cual llamarada de amor, que en Ayacucho y en Junín
victoriosa amaneció con el sol de la ¡¡Li-ber-tad!!
(de preferencia cantar la última palabra por sílabas
para dar el tono adecuado)
De seguro la sabes o por lo menos la has escuchado varias
veces; y es que creo que las generaciones de antes conmemorábamos estos días con
mayor presencia de la escuela en las calles y en las casas; cada 07 de junio
llegabas con tu mochila, tu lonchera y una banderita hecha de papel que no
dejabas de agitar al viento hasta que el asta de papel enrollado se doblaba.
Llegado el día y no la celebración, tengo un doble
sentimiento. Por un lado, sé que hacerle pegar a un niño unos papeles de seda
blanco y rojo no despiertan de pronto su conciencia nacional y cívica; pero por
otro lado, me preocupa la falta de reconocimiento a un día que resulta
importante en nuestra historia peruana y que es una fecha potencial para traer
el tema a colación en la escuela y en la casa: cantar a viva voz por algo que
simboliza nuestra unión nacional y nuestra ciudadanía.
¿Y por qué hablar de ciudadanía por una bandera?
Porque creo que en eso se basa la educación cívica. No en aprender a marchar,
conocer todos los presidentes del Perú y todos los cambios en nuestros símbolos
patrios, creo que eso es importante, pero no el foco. Conocer nuestros símbolos
patrios y nuestra historia nacional nos da una identidad comunitaria: ¿por qué
una cornucopia, un árbol de la quina y una vicuña en el escudo? ¿Por qué rojo y
blanco? ¿Por qué el 07 de junio? Responder a estas preguntas nos ofrece
una historia única como peruanos que nos genera sentimientos de unidad y orgullo,
despertando nuestra conciencia de nación y de ciudadanos que la conforman.
Es evidente que a la par de un proceso de toma de
identidad, debemos ir formándonos como seres ciudadanos críticos y capaces de
asumir acciones en nuestra comunidad desde pequeños, esto complementa el proceso
y es necesario. Conocer a los personajes de nuestra ciudad, cuestionarnos las
cosas que no concebimos, conocer las reglas sociales, realizar una marcha por
lo que creemos, limpiar nuestros espacios públicos, aprender a vivir en
comunidad, escribirle al alcalde o formar una agrupación para un fin que ayude
a nuestros con-ciudadanos, son solo algunas acciones que siendo niños se pueden
realizar y que como ciudadanos activos y adultos, debemos enseñar y practicar.
¿Cuántas de estas cosas hacemos los adultos por
nuestra ciudad? ¿Cómo ejercemos nuestra ciudadanía? No basta con ir a trabajar
y cumplir mi función social en la profesión que desempeño, ser ciudadano
implica mucho más; pero creo que muchos hemos perdido la visión de lo que es. No
es por querer ver más allá de lo evidente… pero creo que la falta de conmoración
de estas fechas y la falta de sentimientos que genera nuestra identidad
nacional y cívica, tienen relación con los problemas que venimos enfrentando
como país.
Incluso, considero que no ejercer nuestra ciudadanía
es la razón de ser de estos problemas: violencia en las calles, delincuencia,
corrupción, falta de sentido de comunidad, indiferencia social. Una persona que
perturba el orden de la ciudad es alguien que en definitiva no logró aprender a
ser un ciudadano; pero quienes lo permiten, empleando fondos públicos para
beneficio propio y no de la comunidad, también es un no ciudadano. No saben cómo
serlo, no aprendieron a ejercer su ciudadanía y lo peor, es que no hay sentimientos
de por medio en relación a su identidad y ser como peruanos, que les permitan
reflexionar sobre lo que hacen. Finalmente, son esos sentimientos y emociones que
generan nuestra nacionalidad, lo que despiertan todo el proceso.
No olvidemos que las personas somos seres emocionales,
sobre todo. Y creo que siendo niña, el recitar a viva voz un poema, aprender en
el regazo de mi abuelito esa canción de:
“Ricas montañas, hermosas tierras, risueñas playas, es mi Perú”
y agitar la bandera que tanto me costó pegar sin que quedaran burbujitas por la goma, fue
una forma de generar sentimientos en relación a mi nación y mi ciudadanía. ¿Por
qué no continuar con estas prácticas? Sí, sé que son solo simbólicas, pero justamente
eso son los símbolos: representaciones de ideas creadas en sociedad.
Dejo aquí un lindo poema titulado "La bandera de mi patria":
¡Qué bonita es mi bandera,
mi bandera roja y blanca,
la bandera del Perú!
¡Qué bonita cuando en coro
los peruanos le cantamos
y orgullosos la miramos
elevarse hacia el azul!
¡Más bonita aún sería
si viviendo como hermanos
en el pecho la lleváramos
por el norte y por el sur!
¡Qué bonita es mi bandera,
la bandera de mi patria,
la bandera del Perú!
Heriberto Tejo
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